hay días salvados, agraciados
hay días valiosos en calma, en sol brillante y esclarecedor y hay pasos entrelazados en danzas y manos dadas en el ocaso de una esperanza, cuando lo anhelado es presente y abarcable y todo lo esperado llega en su ciclo, cuan lenta, cuan dolorosa sea la espera porque aun sin fuerzas, sin deseo expresado hurgo, sigo buscando y adentrando en el límite del cerro, en la hipérbole ya expuesto a su máxima tensión, en zonas de matices e paradojas expresamente violentas en su torpor, certeras en su error
el paso a la luz es desgarrador e asfixiante para él que, cegado por el último rayo, anda a gatas, cobarde e indefenso, llevado por la inercia al siguiente estado, a la próxima estación
hay gruesos e ricos instantes
hay largos y sufridos instantes en los cuales el llanto inexpresado sembla un tributo a la pérdida más profunda, al vacío más traumático e infranqueable
se de despertares que se asemejan al ensueño de un procedimiento humano cansino e ronroneante y de tentativas de cambio que desembocan invariablemente en vicios ya inherentes a una naturaleza, una condición